jueves, 27 de junio de 2013

PREMIO NACIONAL DE LITERATURA 2003

Nota del autor: Adheriéndome a las celebraciones que se llevan a cabo durante todo este mes de marzo, y que culminan con las celebraciones del 27 (DE MARZO), declarado Día Internacional del Teatro, me animé a postear este texto que ya fue publicado en la revista de artes escénicas: El monstruo del entremés. (Lo que parió el Bobo). No.1. Año.1. Septiembre 2003; pp.32-33. Santo Domingo. El mismo da cuenta del galardón concedido a Franklin Domínguez como Premio Nacional de Literatura (2003), a la vez que ofrece una resumida panóramica de los hechos más significativos de la vida de este artista, hasta ese momento.
viernes, 5 de marzo de 2010


FRANKLIN DOMÍNGUEZ, Premio Nacional de Literatura (2003)

Por Jochi Muñoz

Mencionar el nombre de Franklin Domínguez es mencionar, sin dudas, el nombre de un hombre de teatro de cuerpo entero: dramaturgo (el más prolífico, representado y traducido de los dominicanos), actor (incluyendo radio, televisión y cine), director, productor, docente...

Natural de Santiago de los Caballeros (1931), donde organizaba veladas, demostrando ya, desde su infancia, una marcada inclinación hacia las tablas. Se traslada a la ciudad de Santo Domingo en su adolescencia, y tiene la oportunidad de presenciar una obra de teatro por vez primera, hecho que marca de manera indeleble el camino del que ya nunca se apartaría, escribiendo por ese entonces su primera pieza.

Ingresa, en 1947, a la recién fundada Escuela de Arte Dramático, dirigida por Emilio Aparicio, donde se gradúa en 1949. Junto con otros compañeros forma, en 1952, el Cuadro Experimental María Martínez.

Su intensa actividad teatral durante su juventud no hace que descuide la formación en otros campos del saber, ingresando a la Universidad de Santo Domingo, donde opta por el título de Doctor en Derecho. Posteriormente, asiste a la Universidad de Texas, donde estudia Dramaturgia con el profesor E. P. Conkle.

Astutamente, Domínguez ha sabido conciliar su intensa vida artística con la no menos agitada vida política. Llega a alcanzar en cinco oportunidades la posición de Director General de Información y Prensa de la Presidencia de la República, durante los gobiernos de Juan Bosch, Rafael Molina Ureña, Francisco Alberto Caamaño Deñó, Héctor García Godoy y Antonio Guzmán. Desempeña, en dos ocasiones*, la posición de Director General de Bellas Artes, durante la administraciones de Antonio Guzmán y de Leonel Fernández. Logra consolidar la actividad Marzo Teatral de Bellas Artes, que mantuvo en sus gestiones al frente de esta Institución.

De su quehacer artístico merece resaltarse sobremanera su rol de dramaturgo que, como ya señaláramos, es el de más basta producción local: alrededor de 70 obras teatrales, de las que se han representado más de 50; varias han sido publicadas, y de éstas, algunas traducidas al inglés, francés, chino, sueco y papiamento, y representadas en estas lenguas.**

Ha visto representar sus obras en numerosos países: Estados Unidos, Venezuela, Puerto Rico, Aruba, Bélgica, Mónaco e Italia. Con su obra La Espera, se inaugura el teatro del Stephen’s College, en Columbia; y la pieza Cuando los Héroes Quedaron Solos, es la primera obra dominicana presentada en nuestro Teatro Nacional.


Domínguez ha expresado en reiteradas ocasiones que su preocupación principal al escribir una obra es lograr una comunicación fluida con el público, para, de esta forma, poder atraparlo. Con este afán, estructura sus obras de manera asequible a todos, cuidando la calidad de los diálogos. Señala que en sólo tres casos el texto no ha estado al alcance de todo el auditórium. Así, de Omar y los Demás (que fue premiada en Italia), y del guión de la película La Silla, dice que el lenguaje es bastante filosófico, y de La Espera, que es muy denso.

En su oficio de dramaturgo, Domínguez ha abordado los más diversos géneros y fuentes temáticas. Así, transita con gracia por la comedia ligera: Mi Tía la Jamona, Que Buena Amiga es mi Suegra, La Broma del Senador; aborda la tragedia: La Espera, Omar y los Demás; se sumerge en el drama intenso: Los Borrachos, Los Actores, Bailemos ese Tango; de igual modo incursiona en el libreto para ópera: Anacaona; se solaza en escribir para la infancia: La Niña que Quería ser Princesa, Duarte entre los Niños; hace teatro musical: Solano, El Vuelo de la Paloma; ha hecho adaptaciones de novelas históricas: El Masacre se Pasa a Pie (de Freddy Prestol Castillo) y Los Carpinteros (de Joaquín Balaguer).

Un punto a resaltar, de vital importancia en su variopinta producción, es el hecho de haber sabido armonizar su doble condición de hombre de teatro y hombre de política. De este modo, tanto de sus demonios personales fruto de vivencias de determinadas situaciones socio-políticas, como los de los vaivenes de los cargos gubernamentales que ha ocupado, saca materia prima para componer sus piezas. Especial mención merecen dos de ellas; en primer término, Espigas Maduras, escrita en 1958 a su regreso de Texas, ofrece al auditórium un retrato metafórico de la dictadura de Trujillo: Un padre tiránico que tiene aterrorizados a sus hijos, y del cual sus amigos y relacionados se van alejando. Con unos diálogos atrevidos para la época, los hermanos se confabulan para lograr la eliminación física de su progenitor.

La segunda obra, Se Busca un Hombre Honesto, trata sobre el derrocamiento de Juan Bosch (1963), en la que se ataca abiertamente a los golpistas y se denuncia sarcásticamente las consecuencias de esa acción. Esta pieza se estrena en los días del golpe, y con ella se inicia Domínguez en la sátira política, teniendo su secuela con Campaña Electoral, Se Busca un Hombre Deshonesto y Colón, Agua y Apagón.

Innumerables han sido los reconocimientos y premios recibidos por Domínguez a lo largo de su carrera como dramaturgo, tanto en el país como en el exterior, pero en estas cuartillas sólo mencionaremos uno: el Premio Nacional de Literatura 2003, otorgado por la Fundación Corripio y la Secretaría de Cultura. Con el mismo no solamente se reconoce, con toda justicia, la labor de vida de este hacedor de teatro, sino que la presea connota también un reconocimiento al teatro dominicano en sí, y por ende, a todos aquellos hombres y mujeres que por décadas han dejado su piel en el escenario y tras bambalinas, al ejercer el oficio de actor, de técnico y/o de producción, como en las aulas, al ejercer el oficio de forjadores de los talentos de “cada entonces”. Y en Domínguez vemos la suma de esos esfuerzos.
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*En la actualidad ocupa esta posición por tercera oportunidad.
** Datos vigentes hasta la fecha de publicación del texto en la revista El Monstruo del entremés, en 2003.




FUENTE: Hoy conocí el mar

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